De la atención a la prevención médica
31 mar 2022
Lo apuntó Erasmo de Rotterdam allá por 1500 y es una frase vigente en la actualidad: más vale prevenir que curar. Es, sin duda, uno de los caminos que debería seguir la sanidad española.
Se ha hablado mucho en los últimos años de las bondades y las desdichas del Sistema Nacional de Salud (SNS) y de la sanidad privada, de la atención que recibimos o dejamos de recibir. Es un tema de conversación a tratar y con el que se puedan compartir sensaciones, pero lo cierto es que erramos a menudo en el foco del debate.
Una mejor atención sanitaria será capaz si contamos con un sistema preventivo, que sepa anticipar los problemas de los pacientes, que esos pacientes se sitúen en el centro del sistema, más allá de ser meros espectadores de este. Un modelo con el que se permita una mayor conexión entre profesional y usuario y viceversa. Si prevenimos será más fácil curar y también será más fácil ahorrar, nada baladí por otra parte.
La prevalencia de enfermedades crónicas, en especial aquellas relacionadas con problemas cardiovasculares (infarto o insuficiencia cardiaca), pulmonares (bronquitis crónica o enfisema), neurodegenerativas (alzheimer), cánceres o metabólicas (obesidad o diabetes) va in crescendo.
Esto lo que puede desencadenar es un probable aumento del gasto sanitario. Por cierto, el gasto sanitario público en España es de 81.600 millones de euros al año, lo que representa el 6,6% del Producto Interior Bruto (PIB), según los últimos datos disponibles en la página web del Ministerio de Sanidad, correspondiente a su edición de marzo de 2022.
Este gasto se concentra principalmente en la asistencia curativa, la rehabilitación, los cuidados de larga duración y el gasto farmacéutico derivado de su tratamiento. Son los datos, es una especie de radiografía, de parte facultativo de cómo es nuestro sistema y cómo nos comportamos con él. Está claro que el modelo está pensado para atender a enfermos y curarlos, pero no tanto para prevenir la enfermedad y promocionar la salud y el bienestar.
Ante esta situación, uno puede pensar que es razonable, ante ese incremento de pacientes crónicos, que es mejor atajar el problema desde la raíz: previniendo la aparición de sintomatologías o enfermedades crónicas. Uno de los primeros pasos para resolver esta encrucijada se encuentra en la educación, en nuestras propias conductas y hábitos de vida saludable. Tal vez con ello no viviremos más, pero seguro que sí mejor. Es hora de pasar de nivel, de ir de la atención sanitaria a la prevención sanitaria.
PlantaDoce
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