E. Simanschi (Ibei): “Rusia desinformó contradictoriamente en pandemia”
La ajustada victoria de los favorables al ingreso de Moldavia en la Unión Europea (UE) ha vuelto a situar la desinformación en la conversación pública, un reto importante para los países occidentales en los años del Covid-19.
24 oct 2024 - 05:00
A vueltas con la desinformación. El ajustado resultado a favor del sí a la Unión Europea (UE) en el referéndum celebrado en Moldavia el pasado domingo ha vuelto a situar este fenómeno en la conversación pública. Se trata de un reto que impactó de forma significativa en tiempos del coronavirus. Elena Simanschi, doctoranda en el Institut Barcelona d’Estudis Internacionals (Ibei), lo contextualiza en el momento actual.
Pregunta: ¿Por qué hay que tomarse en serio la desinformación?
Respuesta: Tenemos que tomarnos en serio la desinformación porque la realidad que percibimos está mediada por las redes sociales, la televisión y las voces de diferentes actores políticos que nos llegan por estas mismas pantallas. Sabemos que procesamos la información mediante nuestras emociones, lo que permite a los desinformadores jugar con ellas. Y esta manipulación estalla con fuerza en contextos de crisis, generando desestabilización.
P.: Se está hablando de los efectos de la desinformación en Moldavia, que acaba de votar a favor de entrar a la UE por un estrecho margen.
R.: Efectivamente. Cuando Maia Sandu llegó al poder, una de sus primeras decisiones fue impulsar reformas en el mercado energético, dominado hasta ahora por la empresa rusa Gazprom. Esto desencadenó una intensa campaña de desinformación en la que la acusaban de querer complacer a sus “amos” extranjeros con el objetivo de aferrarse al poder a expensas del interés nacional y de sus ciudadanos. Aunque la realidad sea lo contrario, pues la liberalización tiende a abaratar precios.
P.: ¿Esto explica por qué los partidarios de entrar en la UE ganaron por la mínima?
R.: Sí. El 85% de la población moldava entiende el ruso, por lo que la mayor parte de los mensajes desestabilizadores han llegado en este idioma. Se ha presentado el acceso a la UE como una amenaza existencial para los moldavos y como un paso inevitable hacia una guerra, lo que no tiene base fáctica alguna.
P.: ¿No podría darse una invasión como la que Rusia llevó a cabo en Ucrania? ¿Qué papel juega aquí la región de Transnistria, bajo control ruso?
R.: La posición geográfica de Moldavia es muy diferente y, aunque es cierto que existe Transnistria, para Rusia es muy difícil lanzar una agresión contra este país en la misma escala en la que lo hizo contra Ucrania. Así que no podemos comparar la situación, por más que los desinformadores insistan en ello.
“El estado ruso y el crimen organizado están estrechamente relacionados”
P.: Habla de la desinformación de estados como el ruso, pero ¿existen otros actores implicados en estas actividades?
R.: Está el crimen organizado ruso, pues el Gobierno y este tipo de organizaciones están estrechamente conectadas. Esto no es un secreto: es información pública y ha sido demostrada por muchas investigaciones a lo largo de los años. Por lo tanto, si el crimen organizado ruso difunde algún tipo de narrativa de desinformación, por lo general está estrechamente relacionada con la línea editorial del gobierno.
P.: ¿Algún otro?
R.: La Iglesia Ortodoxa tiene un papel en tanto que actor político en Moldavia. La sociedad moldava es bastante conservadora, por lo que esta institución puede llegar a obstaculizar el desarrollo de una visión más liberal sobre estas cosas. Así que podemos considerar que esta iglesia, en cierta medida, también promueve la desinformación. Esto explica la amplificación de rumores como que Maia Sandu es lesbiana.
P.: ¿Rusia jugó algún papel en la difusión de desinformación sobre las vacunas?
R.: Durante el coronavirus, cuando Rusia quería promocionar su propia vacuna y también fortalecer su imagen en el ámbito internacional, intentó presentar las vacunas europeas como algo sin importancia o que no funcionaba, e incluso difundió que era peligrosa para la salud.
P.: ¿En qué consistían estas narrativas?
R.: Difundían teorías conspirativas muy contradictorias. La primera era sobre la superioridad de la vacuna rusa, y la segunda teoría iba contra cualquier vacuna del mundo. Decían que existe una especie de conspiración entre todos los líderes estatales de todos los países, apelando al miedo de la gente. También había narrativas dirigidas a los niños, en las que se aseguraba que los que promovían la inoculación querían que los niños fueran menos críticos.