Àngels Cobo (Suara): “El sector social y el sanitario deben sentarse a hablar”
Si se pagaran las horas de cuidados informales ejercidos por mujeres de 45 a 65 años a precio del convenio colectivo esto supondrían 5.811 millones de euros, lo que equivale a un 2,2% del Producto Interior Bruto (PIB) de Cataluña.
10 oct 2024 - 00:00
Los cuidados a personas mayores dependientes tienen un valor. El impacto económico de estas tareas en Cataluña está cuantificado en 10.105 millones de euros, cifra que representa el 4,1% del Producto Interior Bruto (PIB) de la comunidad autónoma. La mayor parte de este trabajo, un 2,7%, recae en mujeres cuidadoras. Es una de las conclusiones principales del informe Valoración económica de los cuidados a las personas mayores dependientes e impacto en la generación sándwich, elaborado por el Observatorio Mujer, Empresa y Economía (Odee) de la Cámara de Comercio de Barcelona, con el apoyo del proyecto Aliura de Suara. Àngels Cobo, directora de la oficina de transformación digital de la cooperativa, desentraña su contenido.
Pregunta: ¿Por qué hay que profesionalizar y formalizar los cuidados?
Respuesta: Hay un gran porcentaje de los cuidados que se realizan desde un entorno familiar, doméstico, y que no se visibilizan en la ley de autonomía personal y de atención a las personas en situación de dependencia o en otros sistemas. Y eso está ahí. En el informe, lo que hemos querido es demostrar el impacto que tiene esta realidad, que no es menor, y que, por lo tanto, defendemos que hay que hacer pasos para profesionalizarla.
P.: ¿Qué implica profesionalizar?
R.: Cuando hablamos de profesionalizar, podemos hablar desde los cuidados que realizan personas contratadas por las familias o en economía sumergida, y de profesionalizar aquello de lo que ya se ocupan las propias familias, sobre todo las mujeres de estas familias.
P.: Lo segundo, en parte, está previsto por la ley, ¿no?
R.: Cuando se habla de cuidados y de la ley de autonomía y de dependencia, no sólo se puede tomar un fragmento de lo que significan los cuidados. Profesionalizar significa también estar preparado para cuidar, y cuidar no es una cosa fácil: es una actividad compleja que requiere formación y saber cómo estamos tratando a las personas. Por lo tanto, hay que formar a las personas para realizar unos buenos cuidados, porque vamos a trabajar para mejorar la vida de las personas y fomentar su autonomía.
P.: El informe cuantifica el valor económico de estos cuidados.
R.: Lo que hemos querido es poner en valor estos cuidados, y lo hemos hecho desde una perspectiva económica, porque a veces parece que, en nuestra sociedad, si no le ponemos cifras a las cosas no son evidentes. Entonces hay que ver que esto tiene un coste y que si hubiera que pagarlo a unas profesionales o a las familias generaría unos costes importantes para la sociedad. Pero también hay que tener claro que formalizar y profesionalizar el sector significa seguir mejorando las condiciones laborales y salariales de las personas que trabajan en él.
P.: ¿Qué sujeto protagoniza el estudio?
R.: Hemos puesto el foco en la familia y en la mujer sandwich, un perfil que está situado entre los 45 y los 65 años y que se ocupa de personas mayores.
“Si pagáramos los cuidados informales a precio de convenio colectivo nos costarían 5.811 millones de euros”
P.: ¿Y cuál es la solución? ¿Profesionalizar a las que ya ejercen los cuidados informalmente o liberarlas de esta tarea reforzando a los agentes que proveen este servicio?
R.: Creo que no hay una única posición. Lo que la administración y los ciudadanos tenemos que ver es que aquí hay un coste que impacta de forma negativa en la sociedad, sobre todo en las mujeres, porque se queda en la esfera íntima, privada, y nadie se ocupa de esto. Una opción es valorizar el cuidado informal y ver cómo se ayuda a las familias para que esto no sea una sobrecarga, que es lo que muestra el informe: que tengan las ayudas suficientes.
P.: ¿Y otra opción?
R.: Otra es que, si la familia decide que lo que quiere es no ocuparse de las personas dependientes porque prioriza trabajar o quiere llevar a cabo otras actividades, pues también que la administración se haga cargo de lo que significa cuidar a esta persona, porque eso es un servicio público. Hay que pensar diferentes estrategias que se adapten a cada situación y a cada familia.
P.: ¿De qué manera la administración pública puede garantizar esto?
R.: Nosotros lo que pensamos es que no habrá recursos suficientes para todo. Entonces, también hay que ver cómo los priorizamos. La administración tiene que ver de dónde los saca, pero lo que está claro es que hay que destinar recursos, pues este no es solamente un foco de gasto. También puede ser un foco de inversión y de bienestar.
P.: ¿Qué peso tienen las mujeres en los cuidados informales?
R.: Me gustaría hablar de hombres y mujeres por igual, y aunque afortunadamente cada vez hay más corresponsabilidad de los hombres, la igualdad plena todavía queda lejos. En Cataluña identificamos al menos 150.000 personas que se dedican a los cuidados informales de personas mayores. Hablamos de que el 40% de las cuidadoras son hijas que están en las mencionadas franjas de 45 a 65 años.
P.: También señalan que lo que se ahorra la administración en remunerar los cuidados luego se paga con la sobrecarga del sistema de salud.
R.: Las mujeres de las que hablaba dedican a los cuidados informales un promedio de 49 horas semanales. Esto les está generando una sobrecarga, porque quieren conciliar el cuidado de las personas mayores con sus hijos, si tienen, y su trabajo. Entonces, aquí hay una gran sobrecarga, que además está sostenida en el tiempo: estamos hablando de procesos de larga duración. Esto se traduce en depresión, estrés, malestar e incremento de la medicación. De fármacos para la ansiedad, para conciliar el sueño, de antidepresivos… Los agentes del sistema de atención social y los del sanitario deben sentarse a hablar para acordar una estrategia conjunta.
P.: ¿De qué cifras estamos hablando?
R.: Si se pagara todo el volumen de horas de cuidados informales ejercido por el segmento de mujeres identificado a precio del convenio colectivo, estaríamos hablando de 5.811 millones de euros, lo que equivale a un 2,2% del PIB de Cataluña.
P.: Algo que en el futuro será peor…
R.: Vemos cuál es la curva de envejecimiento. Si hiciéramos este mismo ejercicio en el año 2050, sin incorporar más costes ni nada, nos llevaría a un peso sobre el PIB de un 6%. El actual es un modelo insostenible. Es por todo ello que hay que seguir repensando el modelo de cuidados. En otros países nórdicos apuestan, por ejemplo, por los cuidados comunitarios, cosa que en el arco Mediterráneo aún no vemos claro, porque la familia todavía tiene mucho peso. Pero también es verdad que las familias cada vez son más nucleares, son más pequeñas, no es como hace 40 años, que eran familias más extensas.
P.: ¿Otra solución de futuro?
R.: La otra línea de trabajo es la tecnología. Nosotros hemos puesto en marcha un proyecto que se llama Casa Online, con el que, a través de la televisión, lo que hacemos es conectar en directo personas para que, de nuevo, creen su red social con otras personas que sufren soledad no deseada, que están aisladas o que se sienten solas: para que se reconecten con el mundo.