Inés Arco (Cidob): “Los sectores más prometedores en China son también los más difíciles”
El gigante asiático atraviesa horas bajas por la caída del consumo interno y una posible guerra comercial con medio mundo, que afectaría notablemente a España. La investigadora del Cidob da las claves para entender el momento.
12 sep 2024 - 05:00
China llama la atención del sector de la salud tras la decisión del Gobierno presidido por Xi Jinping de permitir que operen hospitales de capital 100% extranjero en algunas de sus ciudades, y por la visita de Pedro Sánchez para evitar una guerra comercial. Concretamente, ante posibles represalias contra el sector porcino español, muy dependiente de las importaciones del gigante asiático. Los datos de exportación de China del pasado agosto denotan un crecimiento interanual al ritmo más rápido de entre los registrados desde marzo del año pasado, un 8,7% más respecto al mismo mes del año anterior. Esta aceleración coincide con la entrada en vigor de aranceles en algunos de los mayores compradores de productos chinos. Inés Arco, investigadora de Cidob (Barcelona Centre for International Affairs) especializada en Asia Oriental y política china, da las claves para entender los retos que enfrenta China y su relación con España.
Pregunta: El Gobierno de España busca estrechar lazos económicos con China. ¿En qué contexto se da la visita del presidente Pedro Sánchez al país?
Respuesta: La gran preocupación del presidente Sánchez es limitar el impacto negativo de una eventual guerra comercial, pues España es el principal exportador de productos cárnicos hacia China. Es por esta razón que el mandatario ejerce un rol de mediador. Pero su Gobierno también quiere estar en sintonía con el resto de estados miembro de la Unión Europea, y el nombramiento de la estoniana Kaja Kallas como Alta Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad previsiblemente se traducirá en una mayor fricción con China, por ser aliada de Rusia. El equilibrio es complejo, por lo que sería plausible una abstención en la votación en el Parlamento Europeo para aplicar aranceles a los vehículos eléctricos chinos en la UE.
P.: ¿En qué sectores está despuntando una China que ya no quiere ejercer tan solo como manufacturera del mundo?
R.: En el ámbito de las nuevas tecnologías, pero también en el ámbito energético, del hidrógeno verde, placas solares, baterías de litio… China está intentando llevar a cabo un cambio de modelo productivo, avanzar en el desarrollo de productos con valor añadido, aunque es un impulso que está mediado por presiones geopolíticas. La competición con Estados Unidos, especialmente en innovación tecnológica, choca con la imposición del control de las exportaciones. Pero también es un obstáculo el hecho de que estos sectores más prometedores sean aquellos en los que es más difícil entrar. De ahí que se pida a China una mayor reciprocidad, mediante la apertura de sus mercados más estratégicos.
“Europeos y estadounidenses crearon la China que conocemos hoy porque necesitaban convertirla en la fábrica del mundo”
P.: ¿Cuáles son o han sido los requisitos para entrar en el mercado chino que están rebajando el entusiasmo inversor?
R.: Hay sectores en los que es virtualmente imposible entrar. En muchos casos se condiciona una inversión a un formato joint venture con un partner local. Luego está el hecho que toda lo que se levante en China mediante la inversión foránea luego no puede salir del país. Para empresas pequeñas y medianas esto es una gran barrera.
P.: ¿Algún ejemplo de mercado virtualmente inaccesible para el capital extranjero?
R.: El primer motivo para abrirse a la inversión extranjera fue la falta de competitividad china en algunas industrias. El problema es que, cuando se ha llegado a un desarrollo total o incluso cuando han conseguido convertirse en negocios punteros, han seguido sin abrirse. Un ejemplo es todo lo relativo a la tecnología militar, chips, computación cuántica… Todo aquello que está sujeto al interés o a la seguridad nacional.
P.: Los últimos datos de exportaciones e importaciones muestran una ralentización del crecimiento de las importaciones, lo que denota una caída del consumo. Era uno de los retos que se había propuesto solucionar el país mediante su último plan quinquenal. ¿Se puede hablar de fracaso?
R.: Cabe recordar que China está enfrentando retos como el excesivo endeudamiento de las entidades locales, que fue el último país en abrirse al mundo después de la pandemia y que la recuperación estuvo mediada por conflictos internacionales como el de Ucrania. Esto ha generado preocupación y desconfianza entre empresas y ciudadanos, que se muestran renuentes a aumentar el consumo. Se están alzando algunas voces planteando la posibilidad de implementar estímulos fiscales a empresas y familias, pero esto aún no está pasando.
P.: ¿Estos retos que enfrenta el país pueden dar a países como India un mayor protagonismo?
R.: En la actualidad no existe ningún país con capacidades técnicas, conocimientos logísticos y conexiones internacionales equiparables a las que tiene China. Pero en un proceso de diez o quince años, países como la India pueden desarrollar un aprendizaje parecido. Es pronto para anticipar cosas. Y no es tan solo una cuestión de nueva cultura empresarial o de aprendizaje. El cambio climático puede generar inestabilidad en países candidatos a sustituir a China, pero no hay que olvidar que la China que conocemos hoy fue creada por europeos y estadounidenses, que tenían necesidad de convertirla en la fábrica del mundo.