El Covid Cero y la crisis inmobiliaria roban el último aliento al modelo económico chino
El gigante asiático, que dejará de ser el motor económico de Asia por primera vez desde 1990, se enfrenta a presiones deflacionistas, un cambio de la pirámide demográfica y un dólar fuerte que amenazan un modelo agotado.
14 oct 2022 - 04:56
Mientras la política de Covid Cero y la crisis inmobiliaria ponen en jaque el modelo agotado de la economía china, el Partido Comunista Chino celebra un nuevo congreso que ha de apuntalar otro mandato de Xi Jinping, una decisión histórica que le hará encadenar tres mandatos.
El gigante asiático ha protagonizado la mayor escalada económica de las últimas décadas hasta conseguir mirar, frente a frente, a la primera potencia mundial, pero parece que el modelo que aseguró el éxito da signos de agotamiento. China entró en la nueva década, el año de la rata, con un parón en su economía: el Covid-19 hizo cerrar las fábricas y vaciar las calles, y la distancia de seguridad y los confinamientos aún son asuntos del presente en el país. China celebra el congreso del Partido Comunista con la amenaza de un enfriamiento económico que deje atrás los años de crecimiento exponencial, un declive marcado por la política de Covid Cero y la crisis del sector inmobiliario chino, el mercado que supone una quinta parte del Producto Interior Bruto (PIB) del país.
En concreto, según las últimas predicciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) realizadas en octubre, la economía china se expandirá un 3,2% en 2022 y lo hará un 4,4% en 2023, su menor crecimiento desde principio de siglo sin tener en cuenta el apagón económico del Covid-19. “Los crecimientos por encima del 5% se han agotado para siempre”, asegura Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia-Pacífico del banco de inversión francés Natixis, quien vaticina que el crecimiento de China no será superior al 2,5% en 2030.
China corona a su príncipe en un congreso histórico mientras la economía se tambalea
Más allá de las crisis coyunturales, el desaceleramiento de la economía china deja entrever el agotamiento de un modelo basado en las exportaciones de bajo valor añadido que ha conseguido sacar de la pobreza a más de 800 millones de personas y hacer crecer el PIB un 9% anual desde 1978. “El elevado crecimiento de China, basado en la inversión, la fabricación de bajo coste y las exportaciones, ha alcanzado ampliamente sus límites y ha provocado desequilibrios económicos, sociales y medioambientales”, sostenía el Banco Mundial (BM) en su último informe publicado en septiembre. Tras bajar revoluciones, China dejará de ser la locomotora económica de Asia por primera vez desde 1990, ya que la región crecerá un 5,3% este año.
“Los crecimientos por encima del 5% se han agotado para siempre”, asegura Alicia García-Herrero
El organismo con sede en Washington insiste en su receta de dejar atrás la fabricación de productos de bajo valor añadido y volcarse en los servicios de alta gama, la inversión en el consumo interno y la producción bajas emisiones de carbono. El Banco Mundial sostiene que el declive al que se enfrenta la economía china es el reflejo de una demografía adversa, un “tibio” crecimiento de la productividad y las crecientes limitaciones de un modelo impulsado por la deuda y la inversión. Aunque además de cambios estructurales, la entidad pide calma, alegando que “las políticas macroeconómicas deben calibrarse cuidadosamente para no exacerbar los riesgos financieros”.
Uno de los síntomas del sistema agotado chino es la deflación. En un momento en el que la gran mayoría de las economías mundiales luchan por frenar la subida de precios, el gigante asiático puede verse abocado a años de precios planos o tímidas subidas. “Cuando se reduzcan las presiones inflacionistas derivadas de la energía, China entrará en una situación de deflación parecida a Japón”, asegura García-Herrero.
El aminoramiento de la inflación ya se ha notado en los puntos de venta y en el tercer trimestre de este año, las compañías chinas han registrado la menor subida de precios desde 2020, a pesar de que los salarios y los costes de insumos se han recuperado respecto al periodo anterior, según un informe del pasado septiembre publicado por China Beige Book International.
Todo, con un yuan debilitado por la fortaleza del dólar tras las consecutivas subidas de interés. La divisa china ha alcanzado su menor valor en catorce años y el Banco Popular de China (PBoC) ha pedido a los bancos estatales que estén listos para una posible intervención para rescatar la divisa.
A pesar de la alarma inicial, la entidad sostiene que haciendo un análisis sector se aprecia que la caída de precios no ha sido generalizada. El estudio apunta que gran parte de las presiones deflacionistas provienen del impacto de la crisis del sector inmobiliario, mientras que servicios y retail anotaron una ligera subida de precios en el trimestre. Sin embargo, advierten que la situación puede descontrolarse si el invierno trae consigo nuevos cierres de grandes ciudades que hagan rebajar otra vez la demanda, con lo que la amenaza de la deflación ganaría puntos.
Ante los peligros de la economía china, uno de sus principales pilares ha empezado a agrietarse. La industria tecnológica china lleva dos años de enfrentamientos con el Partido Comunista Chino por las regulaciones impuestas, un episodio bautizado por big tech crackdown. Empresas como Alibaba fueron multadas con 2.800 millones de dólares por las normas antitrust de Pekín el pasado 10 de abril y, tres días más tarde, 34 empresas del sector recibieron requerimientos para cambiar sus políticas.
El creciente sector tecnológico chino, una de las puntas de lanza del cambio de modelo que persigue la economía del gigante asiático, se ha visto inmerso en una lucha por la privacidad, ante el temor de Pekín que los datos se filtraran a otros países. Además, el sector ha de lidiar con las sanciones impuestas por Estados Unidos. La última medida impuesta por la administración de Joe Biden ha sido la prohibición de la exportación de microchips de alta tecnología.
Además, el tech no ha sido ajeno a los cierres provocados por el Covid-19. El gigante tecnológico Alibaba anotó en el primer semestre de 2022 el primer crecimiento plano de su historia desde que dio el salto a bolsa y ha reducido su plantilla en 13.000 personas. Al tambaleo del sector tecnológico se le suma el laboral. El paro juvenil ha alcanzado su récord en el país en junio de este año, al escalar hasta el 19,9%, lo que supone veinte millones de personas de entre 16 a 24 años sin trabajo, tanto en el campo como en la ciudad.
El estado chino también ha de adaptarse a una nueva pirámide demográfica. Tras la política del hijo único, el país se enfrenta a una caída de la población antes de 2025, según la Comisión Nacional de Sanidad china. El dato, publicado en agosto, es el primer augurio negativo que publica el país sobre su evolución demográfica. Para 2035, Pekín estima que un tercio de su población tendrá más de 65 años, frente al 18% actual.
Para revertir esta tendencia, el país apunta por “elevar el nivel de fertilidad, mejorando la calidad y estructura de la población, optimizando su distribución y promoviendo un desarrollo poblacional equilibrado y a largo plazo”.