El clan familiar detrás de Roche: del negocio farmacéutico al mercado del arte
Son pocas las personas parte de la saga fundadora propietaria de la compañía farmacéutica Roche cuyos nombres y apellidos han trascendido, pero de entre los que sí se conocen destaca una histórica afición por el mercado del arte.
8 feb 2024 - 05:00
Fue en marzo de 1894 cuando el joven suizo Fritz Hoffmann-La Roche levantó junto al farmacéutico Max Carl Traub los cimientos del gigante farmacéutico Roche con la creación de la sociedad Hoffmann, Traub&Co. Dos años más tarde, esta empresa cambiaría su denominación por la de F. Hoffmann-La Roche&Co, de la que tomaría el nombre actual. El proceso se dio durante el desarrollo de la segunda revolución industrial, al frente de la cual estaban Estados Unidos y Alemania, un país, este último, en el que Roche establecería una de sus primeras fábricas.
También fueron años de grandes progresos en el ámbito médico. Los trabajos de Louis Pasteur y Robert Koch habían puesto los cimientos de la llamada “edad de oro de la microbiología”, cuyos descubrimientos siguen siendo válidos hoy en día. Es en este ambiente intelectual cuando el embrión de lo que hoy es Roche adquiere su primera patente para el Aiodin, un compuesto antiséptico a base de yodo. Estos son los inicios de una compañía que hoy emplea más de 103.000 trabajadores.
La cara visible del imperio farmacéutico es André Serenus Hoffmann, nacido en 1958, bisnieto de Fritz Hoffmann-La Roche y vicepresidente de Roche desde 2006. Con Jörg Duschmalé (nacido en 1984), la más joven de las referencias públicas del clan, son ya cinco las generaciones que han expandido el centenario y lucrativo negocio del medicamento que ha convertido al complejo familiar Hoffmann-Oeri, cuyos votos están representados por André Hoffmann, en uno de los diez más ricos del mundo.
No todos los miembros de las familias vinculadas a Roche han desarrollado sus carreras en el sector ‘farma’
El éxito de Roche está pavimentado por toda una serie de logros comerciales: el desarrollo de una cartera de productos vitamínicos a finales de los años veinte del siglo pasado, la introducción de las benzodiazepinas en los cincuenta o la entrada en el sector cosmético. La dirección de la familia propietaria fue clave para diversificar las actividades de la compañía, que también desarrolló productos en el ámbito del equipamiento médico o del diagnóstico.
Esta apertura de mercados culmina en los 2000 con el despliegue de oferta propia en el mercado biotecnológico, cuatro años después de que André Hoffmann entrara en la junta directiva.
No existe mucha información de las familias propietarias de Roche más allá de notas de prensa corporativas relativas a las que sí tienen una vinculación pública con la compañía. Además de los ya mencionados Hoffmann, Oeri y Duschmalé, ha trascendido la vinculación a Roche de los apellidos de algunos de los quince miembros del pool familiar: Michalksi, Faber-Castell, Fabré y Schmid. Este secretismo se debe a que no todos los miembros del clan han querido desarrollar carreras profesionales en el sector farmacéutico.
El caso más paradigmático en este sentido es el de Maja Hoffmann, coleccionista de arte y productora de películas documentales. Maja es hija Hans Lukas Hoffmann, al frente de la tercera generación de propietarios de la farmacéutica, y hermana del citado André Hoffmann y de la editora Vera Michalski-Hoffmann, cuya carrera profesional tampoco está del todo ligada al ámbito farma. Se especuló con que Maja Hoffmann fue el primer miembro de la familia en romper con la disciplina de voto del clan cuando en 2023 una persona no identificada del pool familiar vendió un 2,5% de las acciones de la empresa.
Las familias ligadas a Roche han estado vinculadas históricamente al mercado del arte
Ya en el primer tercio del siglo XX Emanuel Hoffmann, hijo de Fritz Hoffmann-La Roche y padre de Hans Lukas Hoffmann, se introdujo en el mercado del arte. Esta afición la desarrolló Maja Sacher-Hoffmann, la viuda de Emanuel Hoffmann. Su nieta, Maja Oeri, quién también cultivó esta afición, fue el primer miembro no-británico del consejo asesor del Tate Modern de Londres.
Pero la historia de Roche y la familia que lo dirige no está exenta de claroscuros. Una comisión independiente de expertos impulsada en Suiza concluyó que la multinacional farmacéutica colaboró con el régimen de Adolf Hitler en Alemania y se benefició de mano de obra esclava en sus instalaciones de Polonia. Aunque también trascendió que desplazó a sus trabajadores judíos a Estados Unidos ante la persecución del nazismo de aquellos años.
Hoy, este pasado ha quedado enterrado bajo los activos de una multinacional farmacéutica con una capitalización de mercado de 227.007 millones de euros que cerró 2023 con un incremento de la facturación del 1% a pesar de la caída de ventas de los productos para el Covid-19.