Impresión 3D: la próxima revolución para el sector ‘medtech’
El sector generó unos ingresos de más de 1.500 millones de euros a escala global en 2017, según Deloitte. Aunque la industria acumula tres años consecutivos al alza, los expertos todavía destacan su enorme potencial de crecimiento.
27 sep 2019 - 04:58
La impresión 3D reclama su lugar en la industria de la salud. En 2017, este mercado generó unos ingresos agregados de 1.700 millones de dólares (cerca de 1.550 millones de euros), un 13% más respecto al ejercicio anterior, tal y como señala el informe TMT Predicitions 2019 elaborado por Deloitte. La consultora, además, vaticina que la facturación del sector seguirá creciendo a doble dígito hasta 2020. Las empresas especializadas en el campo de la salud representan cerca de un 10% de estos ingresos, aunque los expertos señalan que este porcentaje se incrementará notablemente en los próximos años.
El potencial de crecimiento de la industria 3D es enorme, y más en el ámbito de la salud. “La aplicación del 3D en medicina todavía se encuentra en un etapa temprana, pero será una de las grandes revoluciones dentro del medtech”, asegura Miguel Ángel González, director de la unidad de investigación BCN-Medtech, una organización vinculada a la Universitat Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona.
El uso de esta tecnología todavía no está ampliamente extendido, aunque las ventajas que ofrece ya se han hecho evidentes. Por ahora, los mayores avances han tenido lugar en el campo de las prótesis. “Históricamente, las prótesis se han fabricado en serie y el paciente ha tenido que adaptarse a ellas, pero ahora ya no tiene sentido”, opina Manuel Figueruela, director general de Breca Regemat, una empresa granadina especializada en bioimpresión.
El uso de prótesis personalizadas reduce los tiempos de intervención y agiliza los tiempos de recuperación de los pacientes
Para el directivo, el uso de prótesis personalizadas “reduce los tiempos de intervención, consigue que las pérdidas de sangre sean menores y agiliza los tiempos de recuperación”. Por otra parte, la impresión 3D también se usa como guía de corte (un sistema que define qué partes deben ser intervenidas con máxima precisión) o para planificación quirúrgica (se imprimen las partes del cuerpo que deben ser intervenidas para que los médicos puedan realizar simulacros preoperatorios).
Pero las fronteras de la impresión 3D van mucho más allá. Empresas como Breca Regemat también apuestan por la bioimpresión, una técnica que consiste en combinar prótesis elaboradas con materiales bioabsorbibles y células madre para que el propio paciente sea capaz de regenerar órganos, huesos o tejidos dañados. En marzo, de hecho, la compañía completó con éxito una reconstrucción de rodilla en el Hospital Universitario de La Paz gracias al uso de esta tecnología.
Además de ser pionero en este tipo de tratamientos, España también cuenta con el primer hub de impresión 3D en Europa. Bautizado como 3D Factory Incubator y con sede en el polígono industrial de la Zona Franca (Barcelona), el espacio acoge un total de 25 proyectos, cinco de ellos vinculados al sector de la salud. Para Aintzane Arbide, directora del hub, la impresión 3D “va a poner fin a las barreras de producción y facilitará la gestión de stocks”. Además, comenta que “las impresoras 3D terminarán siendo una commodity, como la impresoras 2D”.
Barcelona acoge desde 2019 el primer hub de Europa destinado a acelerar compañías especializadas en impresión 3D
Para Arbide, “España no tiene nada de lo que avergonzarse” en comparación con otros países referentes en impresión 3D como Estados Unidos o Alemania. Con todo, la implementación plena de esta tecnología en el campo de la salud es todavía complicada. “El potencial es enorme, pero es un área difícil de tratar; no es lo mismo realizar un montaje industrial que diseñar un tejido biológico para implementarlo en un tejido humano”, puntualiza Miguel Angel González.
Por otra parte, Figueruela considera que la Administración pública “no está apostando plenamente” por la impresión 3D. El director general de Breca Regemat acusa a “los lobbies de las grandes empresas, quienes todavía no están interesados en la fabricación de prótesis personalizadas”. Con todo, asegura que el sector avanza a buen ritmo y que, en poco tiempo, surgirán avances que ahora suenan a ciencia ficción. “Estamos más cerca de lo que nos pensamos para poder imprimir un órgano vivo desde un laboratorio”, concluye.